Cuatro jabones con historia que siguen siendo imprescindibles
En los últimos años muchas personas han empezado a buscar alternativas más naturales, sostenibles y saludables tanto para el cuidado personal como para la limpieza del hogar. Lo curioso es que muchas de esas soluciones que se usan hoy en día ya existían hace siglos, ya que antes de que los productos industriales llenaran los supermercados, nuestras abuelas (y las abuelas de sus abuelas) usaban jabones simples, hechos con pocos ingredientes pero con una eficacia que aún hoy nos sigue sorprendiendo.
¿Y si te dijéramos que hay jabones que no solo limpian, sino que también cuentan historias?
Hoy te hablamos de cuatro jabones legendarios que siguen siendo una alternativa real, ecológica y eficaz para nuestro día a día:
JABÓN DE ALEPO
Origen: Alepo, Siria
Historia: Es considerado el primer jabón sólido de la historia, con más de 2.000 años de antiguedad. Su origen se remonta al antiguo Imperio Mesopotámico, aunque alcanzó su forma más reconocible en la ciudad de Alepo, cuna de la saponificación tradicional.
Se elabora artesanalmente con solo cuatro ingredientes: aceite de oliva virgen, aceite de laurel, agua y sosa (extraída antiguamente de cenizas vegetales). El proceso incluye una cocción lenta en grandes calderos y un curado al aire libre durante entre 6 meses y 1 año. Durante este tiempo, el jabón pierde humedad y gana dureza. Por fuera se oxida y toma un color verde parduzco, pero por dentro sigue siendo dorado.
Fue utilizado por egipcios, romanos y bizantinos. Los cruzados lo descubrieron y lo llevaron a Europa, donde su fórmula inspiró futuros jabones como el de Castilla y Marsella.
Curiosidades:
⦁ El aceite de laurel aporta propiedades antisépticas, antiinflamatorias y desinfectantes.
⦁ Cuanto mayor el porcentaje de laurel (hay versiones del 5% al 40%), más medicinal y caro es el jabón.
⦁ Se usa para tratar problemas de piel como eccemas, acné, psoriaris o dermatitis.
⦁ Sirve como repelente de insectos o como champú sólido.
JABÓN DE CASTILLA
Origen: Reino de Castilla, España
Historia: Inspirado por el jabón de Alepo, el jabón de Castilla nació en el Mediterráneo español durante la Edad Media entre los siglos XV y XVI. Su característica principal era la pureza ya que se hacía exclusivamente con tres ingredientes: aceite de oliva (no aceite de laurel porque era más caro y escaso en Europa occidental), agua y sal.
Se popularizó en los reinos cristianos de la península Ibérica, donde se producía en grandes cantidades especialmente en zonas como Toledo, Sevilla y el Levante. Su fama se extendió por toda Europa y llegó a ser el jabón preferido de la nobleza.
Tal fue su éxito que en países como Francia o Inglaterra se intentó prohibir su importación para proteger los productos locales. Incluso hubo campañas en contra, alegando que los jabones de Castilla "no olían bien", aunque se sabía que eran mucho más suaves y efectivos.
Curiosidades:
⦁ Isabel la Católica lo usaba para su higiene personal.
⦁ Era tan valorado que muchas familias nobles lo mandaban hacer con sus propios olivares.
⦁ En América, durante la colonización, fue uno de los productos que más se exportó desde España.
⦁ A día de hoy, se sigue usando como base para champús, geles y cosmética natural.
JABÓN DE MARSELLA
Origen: Sur de Francia, especialmente Marsella
Historia: El jabón de Marsella nació como una adaptación francesa del jabón de Castilla, pero en vez de usar solo aceite de oliva, los fabricantes del sur de Francia comenzaron a añadir aceites locales más baratos, como el de coco o palma.
En 1688, el Rey Luis XIV promulgó el Edicto de Colbert, que regulaba estrictamente qué podía llamarse "Savon de Marseille": debía contener al menos un 72% de aceite vegetal y ningún aditivo químico. Se elaboraba en calderos mediante el proceso “en caliente”, que implicaba días de cocción, lavado con agua salada y reposo.
Durante siglos, se usó en los hogares franceses no solo para lavarse las manos o el cuerpo, sino para fregar los platos, lavar la ropa e incluso desinfectar heridas.
Curiosidades:
⦁ Era tan puro que se recomendaba en hospitales.
⦁ En la Segunda Guerra Mundial fue un producto de supervivencia.
⦁ Hay variedades verdes (aceite de oliva) y blancas (coco o palma).
⦁ Actualmente, solo unas pocas fábricas en Francia producen el “auténtico” jabón de Marsella, con sello protegido.
JABÓN DE LAGARTO
Origen: España
Historia: El jabón Lagarto nació en el Madrid de principios del siglo XX, de la mano de la empresa “L. Lagarto”, que lo comercializó como un producto económico, natural y versátil para todos los usos del hogar.
Durante décadas, fue el juego de herramientas de limpieza de las casas españolas: se usaba para lavar la ropa a mano, quitar manchas, lavar platos, limpiar suelos y hasta como remedio casero para el acné o los piojos. Todo con una fórmula muy simple: aceite vegetal, agua, sosa y sal.
En tiempos de escasez, el jabón Lagarto era un salvavidas. Muchas personas hacían incluso versiones caseras del mismo, fundiendo restos, añadiendo ralladura y prensándolo en moldes.
Curiosidades:
⦁ No lleva perfumes ni colorantes, lo que lo hace apto para pieles sensibles.
⦁ A pesar de ser una marca registrada, muchas personas lo usan como nombre genérico (“dame jabón lagarto” aunque sea otra marca).
⦁ Sigue siendo uno de los pocos jabones en barra que se fabrican en España a gran escala.